Hacía tiempo que no leía a Sylvia Plath. Y podría seguir releyendo, pero por ahora ya puedo hacer balance de esta relectura.
Siempre he creído que Ariel es lo mejor que podría haber escrito la autora (dudo muchas veces si sus poemas habrían alcanzado un nivel mayor, incluso si hubiera vivido). Es entonces cuando la desesperación se hace tangible mediante la palabra y alcanza su verdadera realidad.
Nosotros no poseemos yermos tan extensos ni tan profundos
como para fortificarnos contra el asedio de sus duros
batallones. Mirad, mirad cómo los troncos de los árboles se aplanan
y pierden ya sus buenos colores marrones
sólo con que ellas, las personas escuálidas, se yergan en el bosque,
haciendo que el mundo adelgace como un nido de avispas
y se vuelva más gris, sin tan siquiera mover un hueso.
Pero, sobre todo, esta relectura me ha servido para darme cuenta de que su obra es mucho más grande que su mito. Fruto, como siempre, del desconocimiento.
Postdata.-
Nunca he hablado de la película Sylvia (2003), un biopic sobre la autora dirigido por Christine Jeffs y protagonizado por Gwyneth Paltrow. Aunque hace tiempo que la vi creo que si volviera a verla mi opinión volvería a ser que no ha sabido reflejar por completo su gran potencial, sino que se ha limitado, en gran medida, al mito.
(Todos los fragmentos que cito son traducción de Xoán Abeleira, al que debemos agradecerle el hacer que un testimonio como la Poesía completa de Plath esté publicado en castellano.)
La peor muerte es la de la imaginación...
ResponderEliminarme deja pensando.
Primero, me dio por contrariarla, o resistirme, a Sylvia Plath. Me dije: "No sabe -no supo, no alcanzó a saber, no tenía porqué saber- cuántas otras más atroces formas de muerte hay". La muerte por tortura, como en la Argentina, durante la última dictadura militar, para 30 mil argentinos, la mayoría jóvenes. Ha sucedido así también en otros lugares, antes: Alemania, España, Rusia. O después, en Vietnam, Camboya, en Centro América en los 80 y 90, en casi toda América latina, en Chile, en Irak, Afganistán, Libia, Siria... Y enseguida me dije: "No, la peor muerte es la muerte del hijo". De eso saben mucho en Argentina las Madres de Plaza de Mayo. La peor muerte es la de que maten por tortura a un hijo frente a tus ojos. Y entonces, ví algo de Luz: "Puede ser, sí, que Plath tenga razón: ahí, cuando descuartizan frente a tí a un hijo tuyo es cuando se te muere la imaginación". Tal vez. O no. A las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo la muerte de los hijos -con la desaparición de sus cuerpos y vidas- no les trajo la muerte de la imaginación, la peor, sino que les sirvió para imaginar y poner en acción nuevas formas de lucha, nuevos tipos de solidaridad y nuevos corajes y resistencias. Pero igual, sí, es probable que Plath tenga una porción de razón: si se te muere la imaginación, si te fenece el deseo, si te quedas sin Deseo, es probable que sea lo peor muerte. Y eso Peor debe ser más horrendo si en lugar de morir sigues con vida.
ResponderEliminarAmilcar Moretti
Periodista, crítico de cultura y fotógrafo de desnudo femenino
Argentina, cerca de Buenos Aires.
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amilcarmoretti@hotmail.com