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lunes, 23 de abril de 2012

Una relectura de Sylvia Plath (III)

Hacía tiempo que no leía a Sylvia Plath. Y podría seguir releyendo, pero por ahora ya puedo hacer balance de esta relectura.


Siempre he creído que Ariel es lo mejor que podría haber escrito la autora (dudo muchas veces si sus poemas habrían alcanzado un nivel mayor, incluso si hubiera vivido). Es entonces cuando la desesperación se hace tangible mediante la palabra y alcanza su verdadera realidad.


Sin embargo, tienen razón los que afirman que leer es releer: esta relectura me ha descubierto a una Sylvia Plath que no conocía. Hasta ahora no había comprendido que la poeta no estaba tan ajena al mundo, sino que, como se puede ver en muchos poemas, hacía una profunda crítica social. En
Ariel se puede ver esto en "El pretendiente" ("The applicant"): !"Ante todo, ¿eres nuestro tipo?" y en poemas anteriores, sorprende "Las personas escuálidas":


Nosotros no poseemos yermos tan extensos ni tan profundos
como para fortificarnos contra el asedio de sus duros
batallones. Mirad, mirad cómo los troncos de los árboles se aplanan
y pierden ya sus buenos colores marrones
sólo con que ellas, las personas escuálidas, se yergan en el bosque,
haciendo que el mundo adelgace como un nido de avispas
y se vuelva más gris, sin tan siquiera mover un hueso.




Me ha sorprendido igualmente algo que se puede leer en sus poemas y diarios. Algo en lo que yo también he pensado muchas veces: la peor muerte es la de la imaginación. Al respecto son relevantes estas palabras de su diario: "Creo que lo que más me horroriza de todo es la muerte de la imaginación. Cuando el cielo de ahí fuera es simplemente rosado y los techos simplemente negros: esa mente fotográfica que, paradójicamente, dice la verdad sobre el mundo, pero una verdad sin ningún valor (...) Me horroriza imaginar lo pobre que sería la vida sin sueños, la peor clase de locura." La única muerte que debiera preocuparnos es la muerte de la imaginación pues, sin ella, vivir en este mundo de locos sería aún más tedioso, mucho más horrible y enfermizo de lo que ya es de por sí. Y es que, como dice "Historia de una bañera", "¿Hasta qué punto somos culpables cuando el techo/ no revela ninguna griega descifrable?"


Pero, sobre todo, esta relectura me ha servido para darme cuenta de que su obra es mucho más grande que su mito. Fruto, como siempre, del desconocimiento.





Postdata.-

Nunca he hablado de la película Sylvia (2003), un biopic sobre la autora dirigido por Christine Jeffs y protagonizado por Gwyneth Paltrow. Aunque hace tiempo que la vi creo que si volviera a verla mi opinión volvería a ser que no ha sabido reflejar por completo su gran potencial, sino que se ha limitado, en gran medida, al mito.


(Todos los fragmentos que cito son traducción de Xoán Abeleira, al que debemos agradecerle el hacer que un testimonio como la Poesía completa de Plath esté publicado en castellano.)

2 comentarios:

  1. La peor muerte es la de la imaginación...

    me deja pensando.

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  2. Primero, me dio por contrariarla, o resistirme, a Sylvia Plath. Me dije: "No sabe -no supo, no alcanzó a saber, no tenía porqué saber- cuántas otras más atroces formas de muerte hay". La muerte por tortura, como en la Argentina, durante la última dictadura militar, para 30 mil argentinos, la mayoría jóvenes. Ha sucedido así también en otros lugares, antes: Alemania, España, Rusia. O después, en Vietnam, Camboya, en Centro América en los 80 y 90, en casi toda América latina, en Chile, en Irak, Afganistán, Libia, Siria... Y enseguida me dije: "No, la peor muerte es la muerte del hijo". De eso saben mucho en Argentina las Madres de Plaza de Mayo. La peor muerte es la de que maten por tortura a un hijo frente a tus ojos. Y entonces, ví algo de Luz: "Puede ser, sí, que Plath tenga razón: ahí, cuando descuartizan frente a tí a un hijo tuyo es cuando se te muere la imaginación". Tal vez. O no. A las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo la muerte de los hijos -con la desaparición de sus cuerpos y vidas- no les trajo la muerte de la imaginación, la peor, sino que les sirvió para imaginar y poner en acción nuevas formas de lucha, nuevos tipos de solidaridad y nuevos corajes y resistencias. Pero igual, sí, es probable que Plath tenga una porción de razón: si se te muere la imaginación, si te fenece el deseo, si te quedas sin Deseo, es probable que sea lo peor muerte. Y eso Peor debe ser más horrendo si en lugar de morir sigues con vida.
    Amilcar Moretti
    Periodista, crítico de cultura y fotógrafo de desnudo femenino
    Argentina, cerca de Buenos Aires.
    http://www.moretticulturaeros.com.ar
    amilcarmoretti@hotmail.com

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